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Sunday, May 9, 2010

España e Irán

España e Irán
Dos Reyes Amigos con un Secreto Apenas Desvelado.
Por Darioush Bayandor

Estamos en el verano de 1976. El “Caudillo” acaba de morirse (noviembre de 1975) y Juan Carlos – ya nominado por Franco años atrás como su sucesor a la jefatura del estado a título de rey – está por fin sobre el trono de España pese a su padre Juan de Borbón que no cesó de reclamar a su derecho sucesorio después la caída del régimen republicano al final de guerra civil en 1939. Pero entre Franco y Juan de Borbón no se produjo “atome crochue” como dicen los franceses. Fueron de dos horizontes muy diferentes, algo que persuadió al ‘Caudillo’ de preparar al hijo mayor de la familia real, Juan Carlos, como sucesor al trono tras su propia desaparición. En una entrevista entre Juan de Borbón y Franco en 1948, Franco exigió que los príncipes varones de la familia real, por aquel entonces en exilio en Italia, fuesen enviados a España para seguir sus enseñanzas.
Fue así que Juan Carlos y su hermano menor Alfonso, llegaron a España poco después. Los años formativos de Juan Carlos fueron bajo la vigilancia del Generalísimo quien quería ver que su sucesor mantuviera los principios del Movimiento Nacional por los que el mismo tanto había luchado.
Juan Carlos había prestado juramento para salvaguardar estos principios, así como también las leyes fundamentales del Reino basado sobre el franquismo. Juan Carlos sabía sin embargo que algo debía cambiarse en la estructura del estado y del método de gobernanza. El cambio debía producirse desde dentro del sistema, sin causar demasiadas perturbaciones políticas. La estructura franquista era todavía muy fuerte sobre todo dentro del ejército y las Cortes. Al otro lado del panorama político surgían las fuerzas de izquierda, reprimidas durante casi cuarenta años, cuyo desafío era percibido amenazador por la derecha española. Todavía en esa época no era claro lo que ellos intentaban hacer respecto de la monarquía, una incertidumbre que no dejaba de suscitar inquietudes legítimas en españoles de toda índole, fuera de formaciones políticas de izquierda de línea dura.
Juan Carlos todavía pertenecía al establecimiento legado por Franco. La guerra civil era tal vez un recuerdo lejano pero algunos sucesos fueron grabados en la memoria de los políticos, sobre todo del centro y la derecha. Tal era la complicidad y las coaliciones políticas entre los socialistas y los comunistas españoles en el marco de la segunda república durante los años treinta. Juan Carlos era receloso de la actitud del partido Socialista Obrero de España (PSOE) con une tradición republicana, sobre todo de su ala “renovada”, que al parecer fue aún más radical que el PSOE histórico.

Caminando sobre una delicada cuerda, el rey empujó, en Julio 1976, a Arias Navarro – nominado por Franco – a dimitir de su función como presidente del gobierno, remplazándolo con un político joven y ambicioso que pertenecía al establecimiento vigente, aunque al igual que el rey, fue convencido que la hora de la democracia en España había llegado. Adolfo Suárez logró sacar adelante el proyecto de reforma política y terminar por ser un héroe de la transición democrática en España; no obstante, al principio de su mandato necesitaba todo el respaldo que podía recibir para hacer frente a las fuerzas de izquierda, lo mismo que a los que no querían ceder ni un pequeño pedazo del poder y privilegios que disfrutaban bajo el régimen de Franco.
Era en un parecido ambiente político que el rey, Juan Carlos, pidió al Shah de Irán, Muhammad Reza Pahlavi, que le ayudará pecuniariamente para poder financiar la campaña política lanzada en favor de reformas políticas y las elecciones parlamentarias del Junio de 1977. En febrero de 1977 el premier ministro de Irán, Amir Abbas Hoveyda, efectuó una visita oficial a Madrid para desarrollar los vínculos comerciales y económicos entre Irán y el nuevo régimen español encabezado por el Rey Juan Carlos. Es poco probable que la cuestión de ayuda política fuese evocada durante esta visita, aunque Hoveyda fue recibido en audiencia privada en la Zarzuela.[1] Por esto, el Shah envió a Madrid a su sobrino, el príncipe Shahram – riquísimo hombre de negocios y comprometido en negocios umbrosos – para transmitir su compromiso de dar respaldo a los esfuerzos del Rey para fortalecer la orden nueva.
En una carta fechada 22 juño de 1977, una semana solamente después de las elecciones del 15 de Junio de 1977, Juan Carlos alude a esta visita y agradece al Shah su reacción a su llamada. Una fotocopia de la carta de Juan Carlos, escrita en francés, fue encontrada en medio de los documentos que el ex ministro de la corte imperial, Asadollah Alam, dejó en sus diarios, los que fueron publicados en seis volúmenes en Irán asi como en Estados Unidos y cuyo resumen fue traducido en inglés y editado en 1992.[2] Una traducción española de esta carta, que yo he hecho de su versión original francesa, se puede leer en apéndice de ese artículo. Ésa carta no esclarece, sin embargo, sí el príncipe Shahram había pagado algo o no en nombre del Sha. Lo que sí es indiscutible es que Juan Carlos pidió, en su carta de 22 de Junio, que el Shah hiciera une contribución de diez millones de dólares para financiar la campaña de las elecciones municipales que iban a celebrarse al fin del mismo año. En esta carta el Rey describió al Shah lo que se jugaba en los enfrentamientos políticos entre los partidos políticos en aquellos días, compartiendo con él su profunda preocupación de que España cayera bajo el control socialista-comunista. Para hacer frente a esta amenaza, escribió el rey, necesitaba diez millones de dólares.
Todavía un neófito, el rey Juan Carlos sabía no obstante como manipular el Shah. Era, sin duda alguna, familiar con puntos débiles y sensibilidades de su homólogo persa. El Shah se otorgaba el deber de apoyar, sino de proteger, monarquías vigentes en todos los rincones del mundo sobre todo frente a la amenaza comunista.
En un punto clave de su carta, Juan Carlos expresa su preocupación frente a la perspectiva de una victoria del partido socialista en las elecciones municipales que iban a celebrarse más tarde en 1976. Los socialistas, escribió el Rey, han logrado un porcentaje de escaños mucho mayor de lo que habían previsto en las elecciones parlamentarias de 15 de Junio, “algo que puede ocasionar riesgos serios para la seguridad del país y estabilidad de la Corona, porque tengo razones e informaciones precisas para establecer que ese partido es marxista.” Un partido de su electorado, escribió a continuación el Rey, “no sabe esto; mucha gente ha votado por ellos creyendo que mediante los socialistas España recibirá ayuda de los países europeos importantes como Alemania y todavía de otros como Venezuela para lanzar su economía.”
El diario del ex ministro Iraní de corte imperial contiene también la respuesta del Sha fechada 4 de Julio. Escrito también en francés la respuesta no esclarece con certeza lo que el Shah decidirá precisamente hacer para ayudar a su amigo. “En lo que respecta a las cuestiones que Su Majestad ha hecho referencia en su carta, me encargo de hacer llegar a usted mis impresiones personales en un mensaje verbal”.
Sin embargo, es muy probable que el Shah haya dado una respuesta positiva a través de canales no oficiales. Un año después, en junio de 1978, el Shah recibió a Don Juan Carlos y a Doña Sofía en Teherán, una visita de Estado que ocurrió solamente unos meses antes de que el régimen imperial fuera derrocado por la revolución islámica.

APÉNDICE
Traducción de la carta fechada de 22 de Junio del Rey Juan Carlos al depuesnto Sha de Irán.

Zarzuela, 22 junio, 1977.
Mi querido hermano (escrito de mano),
Quisiera en primer lugar agradecerle a usted por haber enviado a su sobrino, el Príncipe Sharam, y por haber dado, de esta manera, una respuesta rápida a mi llamada en un momento difícil para mi país.
Deseo a continuación informarle de la situación política en España y del desarrollo de la campaña política de los partidos políticos antes, durante y después de las elecciones.
Tras cuarentas años de un régimen muy personal que ha dado muchas cosas positivas al país y que de otro lado ha dejado España en una situación de carencia de estructuras políticas, lo que comporta enormes riesgos para la consolidación de la monarquía. Después de los seis primeros meses del gobierno de Arias, que había heredado del régimen anterior, elegí en Julio de 1976 a un hombre más joven, y de hecho menos comprometido, que conocía bien y en quien tenía toda confianza: Adolfo Suarez.
A partir de este momento tomé la decisión de caminar sobre el camino de la democracia con un esfuerzo de estar siempre por delante de los sucesos para evitar una situación semejante a lo que ocurrió en Portugal, lo que podría ser aún más peligroso en España.
La legalización de diferentes partidos políticos les ha permitido participar libremente en la campaña, presentar sus planos estratégicos y utilizar todos los medios de comunicación para su propaganda y proyectar la imagen de sus líderes al mismo tiempo que se beneficiaron de apoyos financieros importantes: La derecha recibe el apoyo del Banco de España, los socialistas aquel de Willy Brandt [sic], Venezuela y el resto de los socialistas Europeos mientras que los comunistas tienen los canales habituales.
Al contrario, el Presidente Suarez, a quien yo confié la responsabilidad estricta de gobernar, no pudo participar en la campaña electoral más que durante los ocho últimos días, sin tener los privilegios que acabo de describir y a cual han tenido acceso los otros partidos políticos.
Pese a esto, solo, con una organización casi -inexistente, financiado por algunos préstamos de corto plazo ofrecidos por algunos individuos privados, ha logrado una victoria clara y neta.
El partido socialista logró también un porcentaje mucho más amplio de lo que se esperaba, algo que puede implicar riesgos serios para la seguridad del país y estabilidad de la Corona, porque tengo razones e informaciones precisas para establecer que este partido es marxista. Una parte de su electorado no sabe esto; mucha gente ha votado por ellos creyendo que España mediante los socialistas recibirá ayuda de los países europeos importantes como Alemania y todavía otros como Venezuela para lanzar la economía española.
Por esta razón, Alfonso Suarez debe reestructurar y consolidar la Coalición Política del Centro para formar su propio partido político que constituyera la fuerza necesaria para defender la monarquía y la estabilidad de España.
Evidentemente para un semejante programa el Presidente Suarez tiene necesidad más que nunca de todos los apoyos posibles, sea por los españoles o países amigos que les importa la defensa de la civilización occidental y las monarquías vigentes.
Es por esta razón, mi querido hermano, que me permito rogar su apoyo a favor del Partido Político del Presidente Suarez, precisamente en la coyuntura actual ante el hecho que las elecciones municipales serán convocadas dentro de seis meses y es en esta votación que corremos más riesgos por nuestro futuro.
Por lo tanto, me permito con todo respecto someter para su consideración generosa la posibilidad de poder contar con una suma de 10, 000,000 de dólares como su apoyo personal a la consolidación de la monarquía española.
Si mi pedido recibiera su consideración favorable, me permito sugerir la presencia en Teherán de un amigo personal, Alexis Mardas, que puede recibir sus instrucciones.
(Escrito de mano): Con todo mi respecto y amistad, su hermano
Firma de Juan Carlos de Borbón

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